Jesus Poll
A stained glass window shows Jesus as a good shepherd. (File photo)
Leer en español después de la versión en inglés.
4th Sunday in Easter: April 21, 2024
Acts 4:5-12; Psalm 23; 1 John 3:16-24; John 10:11-18
The 23rd Psalm opens with The Lord is and then follows, in great detail, with images of the Lord as shepherd and the people as flock.
The Gospel according to John records a collection of self-revealing statements by Jesus known as the “I am” sayings. Perhaps, upon hearing Jesus proclaim, “I am the good shepherd,” you thought of the shepherd boy David’s 23rd Psalm? That was probably the case of those first-century hearers, and probably Jesus’ intent. This Psalm’s images of full provision, still waters, green pastures, sure guidance, even the shepherd’s tools of rod and staff, invite the listener to connect Jesus’ likeness to and oneness with the Shepherd Lord.
To these hearers, and to us, the true shepherd unhesitatingly risks their own for their sheep. The true Shepherd faces danger routinely to provide for their sheep. For without the shepherd, the sheep are helpless. Lost sheep must be restored to the fold by someone who knows the way—steering them clear of dangerous mountains steeps, mastering dangerous wild animals who seek to destroy them, and protecting them by keeping them all gathered together.
It is interesting to think of protection found in our being gathered all together, as systems look to divide us—even the Church. Our sense of who we are without other sheep, even sheep who do not look or sound or think like us, underscores our need for a shepherd who knows the way out of this danger and back to the safety of the fold.
Jesus would go on to connect to earth with very earthly things: bread, light, vine, shepherd, way and place these images in contrast to their opposites: bread vs. hunger; light vs. darkness; good shepherd vs. a hireling; a true vine vs. a false one. In other words, Jesus is saying I am the answer to hunger, darkness, fear, emptiness, and so on. Jesus is saying I am the answer to your needs and longings. Jesus is saying I am with you. Jesus provides a self-portrait and unfolds his mission in the lives of humanity.
The Epistles of John are one of the three great bodies of literature in the New Testament: the Johannine corpus—the Gospel of John, the Epistles of John, and Revelation (to John of Patmos). The Gospel tells stories about Jesus and draws from them Christological affirmations—the well known ‘I am’ sayings. The Epistles do not tell such stories and say little about the life of Jesus. And the book of Revelation speaks in dramatic and cosmic images. Yet all three are concerned with the present life of believers and instructions for their obedience to the will of God with Revelation drawing from the future, while the Gospel and the Epistles look mostly to the past.
The Epistles of John are among those usually called ‘universal,’ ‘general,’ or ‘catholic’ Epistles, though one of them (the third) is addressed to a specific individual: Gaius. It seems reasonable to keep them together for their similarities as well as the belief that, most probably, all three epistles were written by the same author: the Apostle John, the son of Zebedee.
The Epistles of John focus on the love of God. And John Wesley once said the First Epistle of John is the sum of the whole gospel, “We love [God], because [God] first loved us” (Preface to Sermons on Several Occasions, Jackson edition, 6:187).
So how will we live as God’s beloved flock? We will live without fear assured that “love is an impenetrable breastplate” (Sermon 40 of Peter Chrysologus). We will live in the light of a love that can, and will, conquer everything. We will live as beloved community who wards off the blows of injustices, who sheds the threats of schism, and who laughs at death’s possible victory. That is the promise of Easter.
The Rev. Dr. Jacqueline K. Thompson is an elder in the Iowa Conference of the United Methodist Church.
Jehová es pastor, es bueno/verdadero, es amor
Memorándum para los que predican
21 abril, 2024 – Cuarto domingo de la Resurrección
Hechos 4:5-12; Salmos 23; 1 Juan 3:16-24; Juan 10:11-18
Por la Rvda. Dra. Jacqueline Thompson
Traducción por el Rvdo. Paul I. Burrow
El Salmo 23 abre con Jehová es y entonce sigue, en gran detalle, con imágenes de Jehová comp pastor y el pueblo como el rebaño.
El Evangelio según Juan anota una colección de declaraciones de Jesús que se revelan conocidas como las declaraciones de “Yo soy.” ¿Quizás, al oír Jesús proclamar, “Yo soy el buen pastor,” Ud. pensó en el Salmo 23 del niño pastor? Probablemente eso fue el caso de los oyentes del primer siglo, y probablemente fue la intención de Jesús. Las imágenes de este Salmo de llenas provisiones, aguas de reposo, pasturas verdes, guía segura, aún las herramientas del pastor – la vara y el callado, invitan que el escuchador conecte el retrato de Jesús a y la unidad con Jehová el Pastor.
A estos oyentes, y a nosotros, el pastor verdadero arriesga sin vacilar todo el suyo para sus ovejas. El Pastor Verdadero se enfrenta con peligro rutinariamente para proveer por las ovejas. Porque sin el pastor, las ovejas son indefensas. Ovejas perdidas tiene que ser restauradas al rebaño por alguien que conoce el camino – guiándolos leljos de senderos empinados de las montañas peligrosas, conquistando a animales peligrosos y salvajes que quieren destruirlas, y protegiéndolas por mantenerlas juntadas.
Es interesante pensar en la protección encontrada en siendo juntados, como sistemas buscan dividirnos – aún la Iglesia. Nuestro sentido de quiénes somo sin otras ovejas, aún las ovejas quienes no parecen ni suenan ni piensan como nosotros, subraya nuestra necesidad para un pastor que conoce el caminos fuera de este peligro y hacia la seguridad del rebaño.
Jesús seguía conectando a la tierra con cosas muy terrenales: pan, luz, vid, pastor, camino y pone estas imágenes en contraste con sus opuestos: pan contra hambre, luz contra tinieblas; buen pastor contra el asalariado; la vid verdadera contra la vida falsa. En otras palabras, Jesús dice yo soy la respuesta al hambre, las tinieblas, el miedo, el vacío, etc. Jesús dice soy la respuesta a sus necesidades y sus anhelos. Jesús dice estoy contigo. Jesús provee un auto-retrato y despliega su misión en las vidas de la humanidad.
Las Epístolas de Juan son uno de los tres gran cuerpos de literatura en el Nuevo Testamento: el corpus de Juan – el Evangelio de Juan, las Epístolas de Juan, y el Apocalipsis (a Juan de Patmos). El Evangelio relata historias acerca de Jesús y saca de ellas afirmaciones cristológicas – las declaraciones bien conocidas de “Yo soy.” Las Epístolas no relatan tales historias y dicen poco acerca de la vida de Jesús. Y el libro de Apocalipsis habla en imágenes dramáticas y cósmicas. Todavía los tres son preocupados con la vida actual de creyentes e instrucciones por su obediencia a la voluntad de Dios con Apocalipsis sacando del futuro, mientras que el Evangelio y las Epístolas miran mayormente hacia atrás.
Las Epístolas de Juan son entre los que normalmente son llamadas Epístolas “universales,” “generales,” o “católicas,” aunque una de ellas (la tercera) se dirige a un individuo: Gayo. Parece razonable mantenerlas juntas por sus semejanzas así como la creencia que, muy probablemente, todas las tres epístolas fueron escritas por el mismo autor: el Apóstol Juan, el hijo de Zebedeo.
Las Epístolas de Juan se enfocan en el amor de Dios. Y Juan Wesley una vez dijo que la Primera Epístola de Juan es la suma de todo el evangelio, “Amamos a [Dios], por [Dios] nos amó primero.” (Prefacio a Sermones sobre Varias Ocasiones, edición Jackson, 6:187).
¿Así que cómo viviremos como el rebaño bienamado de Dios? Viviremos sin miedo con la aseguranza que “el amor es pechera impenetrable” (Sermón 40 de Peter Chrysologus). Viviremos en la luz de un amor que puede conquistar y que sí conquistará a todo. Viviremos como la comunidad bienamada que repele los golpes de injusticias, que deja atrás las amenazas de cisma, y que se ríe de la posibilidad de la victoria de la muerte. Ésa es la promesa del domingo de la resurrección.
La Rvda Dra. Jacqueline K. Thompson es presbítero en la Conferencia Anual de Iowa de la Iglesia Metodista Unida.